martes, 18 de agosto de 2009

Respuesta a la Pregunta 33

¿Qué empuja a un hincha de fútbol a hacer animaladas?

Los equipos calientan motores ahora para el comienzo de la liga en breve. Quienes cuentan con mayor presupuesto incluso recorren mundo aprovechando la coyuntura. Algunos de sus fans viajan con ellos.

Tanto los logros como las desventuras de esos equipos de futbol son compartidos por sus seguidores. Generalmente en uno y otro caso no sucede nada socialmente reseñable, salvo que comparten grupalmente las alegrías y las penurias, dentro y fuera del campo.

En un estadio pueden congregarse decenas de miles de personas. El estado de ánimo es, a menudo, contagioso y en espectáculos como el que ofrece el fútbol extraordinariamente pegadizo. Sin embargo, las cosas se mantienen bajo control la mayor parte de las veces. Y no porque haya alguien que regule la situación, sino porque esa situación se regula a sí misma.

Sin embargo, de cuando en cuando se producen situaciones grotescas. Un grupo de personas prende fuego a una bandera, se arrojan objetos contundentes al árbitro o a alguno de los contendientes, o alguien sale desnudo en pos de la estrella de turno. La última situación no deja de ser algo anecdótico e incluso gracioso. Las dos primeras carecen de sentido en una situación deportiva. No en vano la competición deportiva constituye, supuestamente, un modo civilizado de canalizar una contienda entre grupos de personas. Mientras que antaño la tribu A acosaba a la tribu B con algún objetivo más o menos evidente, desde un tiempo a esta parte se ha optado porque el Barcelona juegue contra el Madrid, poniendo sobre el césped el orgullo territorial. En un encuentro como ese no está en juego el esférico, sino algo más, mucho más.

Al menos eso creen algunos individuos. Y son precisamente esos quienes promueven las situaciones que se califican de ‘animaladas’ en el título genérico de esta pregunta. Por supuesto que son perfectamente capaces de discriminar un evento deportivo de una contienda territorial, pero deciden no hacerlo. Es difuso cuál es el mecanismo que subyace a ese proceso de toma de decisiones, pero se pueden hacer suposiciones razonables.

¿Es el alcohol? Posiblemente sea uno de los factores en juego. Los hinchas beben para prepararse para lo que está por venir y eso facilita una perseguida desinhibición. Dependiendo de cómo transcurran los acontecimientos en el césped, se comenzará con palabras subidas de tono y se seguirá con palabras mayores.

No obstante, muchas otras personas presentes en el estadio también beben alcohol y no por ello emulan a la, digámoslo así, facción agresiva del grupo. Disfrutan y eso es todo. O sufren.

El culpable no puede ser el nivel de alcohol en sangre. Hay algo más. Debe haber algún ingrediente añadido al explosivo cóctel. Algunos profesionales de la conducta dirían, como es natural, que el espíritu de grupo se transforma en sentimiento tribal y saca lo peor que hay en cada uno de los miembros de ese grupo. Pero, ¿por qué no también en los demás que están presentes en el campo? Ellos también son un grupo, y, sin embargo, sufren, se divierten, o ambas cosas, en la misma tarde, sin mostrar conductas agresivas que produzcan alguna clase de perjuicio en los demás.

Quienes hacen esas ‘animaladas’, de todos conocidas, son personalidades predispuestas, principalmente por motivos naturales. Y por ‘motivos naturales’ quiero decir que son personas que ‘necesitan’ exteriorizar esa clase de conductas agresivas. Realmente que lo hagan en un estadio de futbol es algo coyuntural, una excusa como otra cualquiera para expresarse, para desgracia de los demás.

Ocasionalmente hemos podido leer en algún medio de comunicación que los responsables de los equipos de futbol promueven la presencia de estas personalidades en el campo. Lo dudo. ¿Por qué debería estar interesado Laporta en que un grupo de hinchas del Barcelona haga arder una bandera española? Si, el presidente del equipo culé es nacionalista, pero no idiota, y, a mi juicio, es, además, un individuo civilizado.

Como para algunas de las circunstancias que se han discutido en otras preguntas, soy escéptico respecto a la posibilidad real de terminar con esta clase de ‘animaladas’. Lo mejor que podemos hacer es identificar a esta clase de individuos e impedir su entrada al campo. Pero, cuidado, identificarlos por los hechos, no por presunciones más o menos razonables.

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