jueves, 1 de octubre de 2009

Respuesta a la Pregunta 49

¿Por qué no se enseña Psicología en las escuelas?

No lo sé, la verdad. Se enseñan muchas cosas, pero no Psicología.

Los chavales aprenden a usar su idioma, correctamente, en la asignatura de lengua española, y un segundo idioma –ahora inglés—en lengua extranjera. Razonan a través del lenguaje universal de las matemáticas. Conocen su medio en materias como ciencias naturales. Hacen deporte en gimnasia. No sé muy bien qué se enseña en ciencias sociales y no es desidia por mi parte.

Los responsables del Ministerio de Educación trabajan en los llamados diseños curriculares, y, personalmente, me consta que hacen un verdadero esfuerzo para que el resultado sea coherente y relevante para la formación de nuestros chicos. Eso si, se olvidan, a menudo, de que el mejor de los guiones puede naufragar por unos actores que no están a la altura o por un director que está pensando en otra cosa en pleno rodaje.

El caso es que, salvo como asignatura optativa en enseñanza secundaria, y solamente en algunos centros, no existe una materia de Psicología en las escuelas. Los responsables del diseño educativo se olvidaron de la declaración de Jorge Luis Borges, sabia para algunos de sus lectores, sobre un planeta imaginario:

No es exagerado afirmar que la cultura clásica de Tlön comprende una sola disciplina: la Psicología.
Las otras están subordinadas a ella.
He dicho que los hombres de este planeta conciben el universo como una serie de procesos mentales, que no se desenvuelven en el espacio, si no de modo sucesivo en el tiempo


Es difícil encontrar una respuesta satisfactoria a la pregunta de por qué se enseña a hablar o calcular, la estructura de la célula, los planetas del sistema solar, los ríos del continente americano o la diferencia entre la ilustración y el renacimiento, pero se ignora la conducta y la mente humanas.

Hablamos, calculamos y podemos comprender lo que los demás han descubierto sobre el cuerpo humano o el cosmos precisamente porque, para bien o para mal, poseemos una mente. Sería lógico suponer que un loable y necesario objetivo de la educación pasaría por explicarles a los chavales qué sabe en la actualidad la psicología sobre la conducta de los seres humanos. Todavía más importante, constituiría una empresa fascinante ayudar a los alumnos a entender cómo se puede llegar a conocer algo sólido sobre por qué hacemos las cosas que hacemos.

En el mundo actual, recién estrenado el siglo XXI, sería conveniente aceptar que el homo sapiens se ha acostumbrado a ver el mundo a través del cristal de la ciencia. Mi colega y amigo, James Flynn (el científico que hizo popular el descubrimiento de que las nuevas generaciones son más inteligentes que las anteriores) usa un ejemplo que ahora adaptaré. Si le preguntásemos a un ciudadano, elegido al azar, qué diría sobre un león y una cebra, la respuesta sería sustancialmente diferente si lo hiciésemos mediado el siglo XX o en la actualidad. Hace 60 años seguramente nos diría que el primero caza a la segunda, pero ahora la respuesta sería que ambos son mamíferos.

Comprender que está detrás de este cambio apoya, todavía más si cabe, la relevancia de que los alumnos, que aprenden muchas cosas en el colegio, también puedan dedicar tiempo a ponderar y valorar su instrumento más preciado, su mente. Ahora están preparados para ello.

Saber, por ejemplo, que la gente posee una personalidad, y que, por tanto, no hay dos personas iguales, ayudaría a los chavales a entender por qué hay gente generosa, egoísta, agresiva, nerviosa o sosegada. Conocer cómo memorizamos o cómo usamos lo que sabemos, podría contribuir a orientar su propio proceso de adquisición de conocimientos. Darse cuenta de que hay personas más capaces que otras, por motivos puramente naturales, le ayudaría a sopesar sus propias aspiraciones. Ahora se valora mucho el pensamiento crítico, pero es difícil debatir si no se razona.

Personalmente no invertiría demasiado esfuerzo en convencer a las autoridades educativas de la relevancia de enseñar Psicología en el colegio. Pero opino que debería implantarse a petición popular. Seguramente sea la única estrategia que tenga algún viso de éxito a medio plazo.

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