lunes, 6 de septiembre de 2010

Ni blanco ni negro

Una reciente investigación pone de manifiesto que el ejercicio mental ayuda a combatir el declive intelectual. Sin embargo, ese mismo ejercicio acelera el desarrollo de la demencia en una época posterior.

Algo así como si el ejercicio físico permitiese sentirse mejor a corto y medio plazo, pero tuviese efectos colaterales dañando, a la larga, el sistema esquelético y muscular.

El trabajo se ha publicado en la revista ‘Neurology’ y ha sido realizado en el Centro Médico Universitario Rush de Chicago.

Sacuiu, S., Gustafson, D., Sjögren, M., Guo, X., Östling, S., Johansson, B., Skoog, I. (2010). Secular changes in cognitive predictors of dementia and mortality in 70 year-olds. Neurology, 75, 779-785.

Se estudiaron casi mil doscientas personas mayores de 65 años, dentro de un estudio longitudinal de 12 años de duración, analizándose su nivel de participación en actividades que suponían una estimulación de carácter mental.

La actividad mental retrasa la aparición de la demencia, pero promueve su desarrollo una vez hace su aparición. Lo que se deriva es que, una vez se diagnóstica la demencia, los pacientes más activos mentalmente son más propensos a verse atacados por el proceso degenerativo. Por tanto, su declive sería más rápido.

Se ignora por qué se produce este fenómeno, pero los resultados sugieren que quienes son más activos en sus conductas pueden serlo por razones endógenas. Es decir, los viejos que leen libros con frecuencia, aprenden nuevos idiomas, se pelean con ordenadores, van a museos o brujulean para encontrar una película minoritaria, lo hacen impulsados por la actividad espontánea de sus cerebros. Esa misma actividad ‘movería’, también, el proceso degenerativo cuando llega el momento (¿genético?) de su aparición.

Se trata de una hipótesis atrevida, pero también simple, sencilla, por lo que pudiera merecer la pena investigarla. La degeneración cerebral podría estar en manos de nuestros genes, pero también el hecho de ser más o menos activo. Ambos factores serían independientes, pero, al confluir, podrían interactuar sinérgicamente para promover el declive.

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