"Nosotros seremos los marcianos". Así
concluye el capítulo 5 de la serie documental, 'Blues para un planeta rojo'.
Desde las fantasías sobre Marte, basadas en las minuciosas (pero
demasiado top-down) observaciones de Percival Lowell desde su observatorio
de Flagstaff, hasta la obsesión de Robert Goddard por desarrollar un
cohete que llegase al planeta rojo (aunque tuviera que hablar de la luna para
que sus proyectos de ingeniería no fuesen objeto de burlas) vamos acercándonos
a la realidad de un planeta que, a diferencia de Venus, es demasiado frío.
Las famosas naves Viking
1 y 2 enviaron una rica información a la Tierra sobre la superficie y la
atmósfera de Marte. Eran unas máquinas realmente sofisticadas preparadas para
ejercer de colaboradores de los científicos terrícolas ansiosos de datos.
Pero hubo cosas que esos robots no pudieron hacer por, según
Sagan, la miopía de la NASA. Esa
organización desautorizó un dispositivo creado por su amigo el microbiólogo Vladimir Vishniac para averiguar si la vida
existía en el planeta rojo (La Trampa del
Lobo). Desilusionado, Vishniac decidió probar su invento en la Antártida, donde perdió la vida.
¿Lograron los experimentos de los Viking demostrar la
presencia de vida bacteriana en Marte? Los resultados fueron ambiguos, así que
no pudo obtenerse una respuesta clara.
Llegados a este punto, Sagan nos invita a un juego que da que
pensar. Los humanos estamos constituidos por agua, carbono, calcio (huesos),
nitrógeno (proteínas) y hierro (sangre). Se puede calcular fácilmente la
proporción exacta de cada uno de esos componentes en un determinado ser humano
y disponerlos encima de una mesa. Sagan reúne las cantidades oportunas y las
mezcla en un recipiente, pero, por mucho que remueve, la combinación fracasa al
intentar cristalizar un ser humano. El resultado es una aburrida y bastante
repugnante mezcla de moléculas.
¿Por qué? Porque los componentes no son realmente
importantes, si no el modo en el que están organizados.
Combinar las mismas moléculas de distintos modos produce resultados realmente
diferentes. Admitir que esa organización es un proceso casi aleatorio es difícil,
realmente complejo para una mente racional como la nuestra. Aún así, los
científicos insisten en que no hay otra respuesta posible.
Es 'Cosmos' un viaje personal
de Sagan. La serie es trasparente a este respecto. Así que el divulgador
se atreve a especular con la posibilidad de que Marte pueda convertirse en un
planeta habitable para los humanos.
Lograrlo obligaría a calentar el planeta, dotándole de más
oxígeno y generando ozono para protegerle de los rayos ultravioleta. Imagina
jardineros marcianos (humanos o no) que inundarían el planeta de plantas en las
regiones polares para contribuir al efecto esperado. El agua de esa zona
debería moverse hacia los ecuadores, quizá construyendo los canales que Lowell
creyó ver a comienzos del siglo XX.
Andando el tiempo los marcianos seremos nosotros.
Ya estamos allá debemos continuar
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