Este es el título de una obra de Charles Murray publicada en 2012. Escribe el que puede ser su trabajo
de despedida, de adiós a las armas: "tengo 68 años al escribir esta nota de agradecimiento y. por
tanto, nadie sabe lo que puede pasar mañana ". Espero y deseo
que no sea así. Recuerda que nadie lo sabe, Charles.
Su tesis básica aquí es que
Norteamérica se encuentra polarizada según una estructura de clases basada en
las credenciales educativas/cognitivas ("la segregación cognitiva comenzó cuando la
gente inteligente pudo relacionarse con sus iguales").
Existe una élite que vive aislada en una burbuja (literalmente) del resto del
país (en New York, Washington, Los Angeles y San Francisco,
donde se concentran quienes influyen directamente en la economía, la política y
la cultura de la nación) y que, aquí viene el factor relevante, ha declinado de
su labor de liderar moralmente al resto de la ciudadanía.
Murray se reitera en argumentos que
han acompañado a su pensamiento desde que comenzó a exponer sus tesis
libertarias, y, especialmente, en su obra clave, ‘In
Pursuit: Of Happiness and Good Government’ (1988). Desde siempre
ha persistido en que la felicidad de la gente se encuentra vinculada a cuatro
pilares fundamentales: vocación, comunidad,
familia y religión. La esencia de una vida plena puede reducirse a estos
cuatro factores: “la felicidad consiste en una satisfacción justificada y duradera con la
vida en su conjunto”. Los datos estadísticos que presenta apoyan la
idea de que la familia y la vocación disparan los niveles de felicidad,
mientras que la comunidad (confianza social) y la religión contribuyen de modo
más modesto.
Los indicadores sociales de felicidad
no han dejado de descender en su país desde la década de los años 60 del siglo
XX. Pero no ha sucedido igual en la élite y en el resto de la nación. Usa dos
comunidades ficticias, Belmont (élite,
20% superior) y Fishtown (clase baja,
30% inferior) para facilitarnos la tarea de visualizar su mensaje. El mal
endémico que el autor denuncia se concentra en Fishtown, pero Belmont es
culpable de la situación general del país por declinar de sus responsabilidades
de liderazgo social: “a sus integrantes, despreocupados de la política, no les
inquieta abrazar el modelo europeo porque pagar impuestos es un precio mucho
más barato, para acallar la conciencia, que preocuparse personalmente por sus
conciudadanos”.
Rechaza el modelo europeo, muy
alejado de lo que él considera las virtudes que hicieron de su país líder en el
mundo y distinto al resto de las naciones avanzadas. La constante intervención
del gobierno “no
solo disminuye nuestra responsabilidad sobre los logros perseguidos, sino que
contribuye a enfermar a las instituciones a través de las que los ciudadanos
pueden alcanzar una vida plena”. Cuando el gobierno asume un papel
que pueden desempeñar las familias y las comunidades, entonces se debilita, y,
finalmente, se destruye, la red social que realmente merece la pena y que puede
hacernos felices.
Murray reniega del
‘síndrome de Europa’ basado en el
principio del placer (trabajar es un castigo divino que solo sirve para pagarse
los periodos de ocio) y en la entrega de la responsabilidad personal a los
estados centrales: “la alternativa es admitir que la vida puede tener un significado
trascendente si se usa para hacer cosas importantes –una familia, una vocación
personal, las amistades, la comunidad, averiguar qué se sabe hacer bien y
llevarlo lo más lejos posible. El proyecto americano –actualmente en grave
peligro-- se cimenta en aportar el marco de referencia más adecuado para
materializar estas cosas (...) los padres de la patria estaban en lo correcto.
El éxito de América dependió de la virtud de sus gentes y ahora esa coyuntura
debería recuperarse. América seguirá siendo excepcional solo si su gente abraza
las cualidades que la hicieron funcionar durante los dos primeros siglos de su
existencia. Las virtudes señaladas son centrales para mantener ese deseable objetivo”.
Quienes suelen pasar por este blog conocen mi admiración por este
sociólogo norteamericano. No son pocos los post
que le he dedicado. Opino que merecidamente.
En las 400 páginas de esta obra ha
cristalizado su perenne preocupación por el abandono de la tendencia a luchar
por vivir en una sociedad integrada, armónica y solidaria. Sus datos obligan a
mirar a la actual realidad sin pestañear para que el ciudadano se pregunte si
es eso lo que quiere. La sociedad americana se agrieta y Murray lanza un
poderoso mensaje para volver a unirse.
En los siguientes enlaces pueden encontrarse
interesantes análisis de esta obra:
Y estas son dos obras recomendables
que Murray considera seriamente:
Gilder, George (1973). Sexual
Suicide. San Antonio: Quadrangle.
Skocpol, Theda (2003). Diminished
Democracy: From Membership to Management in American Life. Norman:
University of Oklahoma Press.
No puedo resistirme, para terminar, a
aventurar que los contenidos de 'Coming
Apart' pueden no ser exclusivamente relevantes para Norteamérica. El
diagnóstico al que Murray llega para los Estados Unidos pudiera ayudarnos a
reflexionar a los europeos sobre la adecuación de nuestras estrategias de
actuación social. Los actuales líderes políticos de aquel país parecen
inclinados hacia el modelo europeo, pero quizá nosotros debamos aprender la
lección que este sociólogo extrae de los datos que él considera y de sus
consecuencias para la vida en sociedad.
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