viernes, 23 de noviembre de 2012

Los caminos de la ciencia son inescrutables --por Sergio Escorial Martín


En esta ocasión me he propuesto cambiar de tema con la intención de no saturar al avezado lector de este blog con las miserias de nuestro país, entre otras razones porque estoy seguro de que los lectores de este espacio --hombres y mujeres inteligentes.- son plenamente conscientes de la realidad que les rodea.

El 17 de Octubre acudí al Neurólogo, por una cita con carácter urgente solicitada por el médico de atención primaria en el mes de Mayo (¡menos mal que la cita era urgente!). Me atendió una doctora que también daba clases en la Universidad. Cuando me fue a explorar, pasamos a un lado de la consulta donde tenía un poster de una investigación presentada en un congreso, y allí sucedieron los sucesos que voy a narrar.

Yo, impulsivo por obra y gracia de mi material genético, no pude reprimir  la frase de “este cuerpo calloso es un poco raro, ¿no?” Entonces todo cambió, los ojos le brillaron por la emoción, y la supuesta indiferencia que había mostrado la doctora cuando en respuesta a una pregunta rutinaria le dije que era psicólogo, desapareció al instante.


Efectivamente, se trata de una imagen del cerebro de un paciente de EM”, respondió.

A partir de aquí nuestra relación cambió, nos fuimos a su ordenador y comenzamos a buscar 'papers' sobre su línea de investigación. Por desgracia, solo me pudo enseñar los abstract ya que el Hospital Universitario de Fuenlabrada había cancelado la suscripción a muchas revistas electrónicas por razones económicas (Nota mental: no hablar de la crisis de este país, ni de las consecuencias para sus instituciones).

Parece ser que la esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad progresiva que afecta al Sistema Nervioso Central (SNC). Se  caracteriza por la producción generalizada de lesiones, o placas, en el cerebro y en la médula espinal. Tradicionalmente se ha catalogado a la EM como una enfermedad que empieza en la sustancia blanca, que ocupa gran parte de las regiones internas del cerebro. Las lesiones producen la desmielinización, inhibiendo la transmisión axonal, y poco a poco esas lesiones se van extendiendo hasta comprometer a las áreas más superficiales del cerebro.

El proceso descrito de las lesiones sigue un progreso de dentro a fuera. Sin embargo, en un estudio publicado en 2011 en la revista  New England Journal of Medicine” [1] se pone en entredicho esta concepción de la EM, ya que encuentran que la corteza cerebral está afectada en las primeras fases de la enfermedad, y apuntan a que podría ser incluso el lugar de origen de la enfermedad. Esto describiría un proceso de lesiones opuesto al que tradicionalmente se ha considerado para la EM, es decir de afuera hacia adentro.

De consolidarse, estos resultados tendrían importantes consecuencias, ya que las principales opciones terapéuticas desarrolladas en la actualidad ni siquiera suelen preocuparse de los problemas vinculados a la corteza. La comprensión del papel de la corteza en la evolución y sintomatología asociada a la EM, podría resultar determinante para crear nuevas terapias y probar nuevos medicamentos en ensayos clínicos.  Es más, los autores de este estudio se atreven a concluir que “sus resultados sustentan la idea de que la EM es fundamentalmente una enfermedad inflamatoria y no de neurodegeneración”.

Hasta un 70% de los pacientes afectados por la EM experimentan disfunciones cognitivas durante el curso de la enfermedad. Entre las capacidades cognitivas que con mayor frecuencia suelen verse afectadas destacan la memoria, la capacidad atencional, la velocidad de procesamiento de la información y las funciones ejecutivas. Como es lógico, estas alteraciones en las capacidades cognitivas tienen efectos negativos sobre actividades de la vida cotidiana de los pacientes, sus trabajos o sus relaciones personales [2]. Quizás por esta razón han proliferado en la última década los estudios dirigidos a contrastar  los efectos de programas de entrenamiento y rehabilitación cognitiva, especialmente los dirigidos a la memoria.

En la actualidad, se esta debatiendo mucho entre los médicos y los neurólogos la efectividad de este tipo de programas. Una interesante y actual revisión [3] pone de manifiesto que aunque existen algunos estudios que encuentran resultados positivos de los programas de memoria, cuando se realizan estudios con grupos formados aleatoriamente, o se realizan grandes revisiones, las conclusiones suelen ser bastante menos optimistas. Sin embargo, con esta revisión no se agota esta línea de investigación; en mi opinión queda aún mucha tela que cortar.

Así las cosas, al margen de los resultados obtenidos por estos programas a nivel conductual, un estudio reciente publicado en Junio de este mismo año [4] constituye la primera evidencia empírica acerca de la eficacia de una intervención conductual y su impacto en la integridad de redes neurales que subyacen a las funciones cognitivas relacionadas con la memoria en personas con EM. La siguiente figura esta extraída de este estudio y puede servir para ilustrar sus principales resultados.


En resumen, tras mi visita de “urgencias” al servicio de neurología se abre ante mí un campo lleno de interrogantes. Por ejemplo:

¿en qué consisten exactamente los programas empleados en estos estudios bajo el epígrafe de “rehabilitación de memoria”?

Nuestro grupo de investigación empieza ya a obtener resultados tras un entrenamiento de 12 semanas en la tarea de N-back dual en una muestra de jóvenes sanas. Sabemos que esa es una tarea de working memory (memoria operativa) muy exigente.

¿se podrían beneficiar las personas afectadas de EM de un entrenamiento en la N-back dual?
¿un entrenamiento en esta tarea reproduciría los cambios biológicos reportados por el último estudio citado?
¿cuál sería la estabilidad de los efectos que se pudieran encontrar, tanto a nivel biológico como conductual?

Por otra parte, la inmensa mayoría de los estudios revisados para elaborar este post están realizados por médicos, profesionales altamente cualificados con grandes conocimientos acerca de la EM, pero que podrían presentar algunas carencias en cuanto a su formación metodológica.

Así, por ejemplo, las garantías psicométricas de algunas medidas empleadas para examinar los cambios producidos tras el programa de entrenamiento pueden ser ciertamente cuestionables, y desde el punto de vista del diseño, algunos estudios presentaban importantes carencias que podrían estar sesgando los resultados. Como decía antes, en mi opinión no esta dicho todo y queda mucha tela que cortar en este campo.

Por cierto, para los que estén preocupados por mi estado de salud, el diagnóstico fue una “cervicobraquialgia resuelta”, y en el tratamiento a seguir la doctora me hizo las siguientes recomendaciones: 1) perder peso y 2) hacer ejercicio de forma regular.

Referencias
                (1) Claudia F. Lucchinetti, M.D., Bogdan F.G. Popescu, M.D., Ph.D., Reem F. Bunyan, M.D., Natalia M. Moll, M.D., Ph.D., Shanu F. Roemer, M.D., Hans Lassmann, M.D., Wolfgang Brück, M.D., Joseph E. Parisi, M.D., Bernd W. Scheithauer, M.D., Caterina Giannini, M.D., Stephen D. Weigand, M.S., Jay Mandrekar, Ph.D., and Richard M. Ransohoff, M.D. (2011). Inflammatory Cortical Demyelination in Early Multiple Sclerosis. New England Journal of Medicine, 365, 2188-2197.  DOI: 10.1056/NEJMoa1100648
                (2) Mitchell T. Wallin, M.D., Jeffrey A. Wikken, Ph.D, and Robert Kane, Ph.D. (2006). Cognitive dysfuntion in multiple sclerosis: Assesment, imaging, and risk factors. Journal of Rehabilitation Research and development, 43, 63-72. DOI: 10.1682/JRRD.2004.09.0120
                (3) Roshan das Nair, M.D., Heather Ferguson, M.D., Daniel L Stark, Ph. D., and Nadina B Lincoln, M.D. (2012). Memory Rehabilitation for people with multiple sclerosis (Review). The Cochrane Library, 3, 1-38. DOI: 10.1002/14651858.CD008754.pub2
                (4) Victoria M. Leavitt, M.D., Glenn R. Wyle, M.D., Peter A. Girgis, John DeLuca, M.D., and Nancy D. Chiaravalloti, M.D. (2012). Increased functional connectivity within memory networks following memory rehabilitation in multiple sclerosis. Brain Imaging and Behavior, 2012 June. DOI:10.1007/s11682-012-9183-2

1 comentario:

  1. Interesantísimo Sergio. La perspectiva que propones merece un detenido análisis. Y alguien que financie la investigación que podría abrirse. Quizá la Fundación Marcelino Botín se interese por ella. Tu argumentación demuestra que la ciencia es progresiva. Que lo que ahora consideramos correcto, puede ser falso mañana. Muchísimas gracias por tu estimulante contribución.

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