martes, 2 de abril de 2013

Neuro-Predicción


¿Es posible predecir la futura conducta de los individuos observando la respuesta de las neuronas de sus cerebros ante una determinada situación de test?

Aplicado al caso de la conducta delictiva la respuesta puede tener relevantes consecuencias sociales.

Según los resultados del estudio que comentaremos, puede que la respuesta sea positiva.

Aharoni et al. (2013). Neuroprediction of future rearrest. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1219302110

Las tendencias impulsivas predicen, hasta cierto punto, la conducta antisocial. Sin embargo, las medidas estandarizadas de tales tendencias son, realmente, una aproximación a mecanismos que se producen en el cerebro. Por tanto, convendría centrarse en los llamados endofenotipos para mejorar los diagnósticos. Las medidas del control de impulsos a nivel cerebral podrían rendir mejores dividendos de cara a la predicción de la futura conducta antisocial.


La corteza cingulada anterior (ACC) del sistema límbico es una candidata ideal puesto que se ha vinculado al procesamiento de errores, la supervisión del conflicto, la selección de respuestas y el aprendizaje de evitación. Cuando esta estructura se encuentra dañada, se muestran respuestas desinhibidas y elevados niveles de agresividad.

En esta investigación se usa una clásica tarea de go/no-go que mide procesos de inhibición de respuestas. Se valora la actividad de la ACC en un grupo de casi cien presos (N = 96) encontrando que una menor actividad de la ACC se relaciona, débil, pero significativamente, con mayores errores de comisión en la tarea de inhibición.

Pero lo interesante viene cuando se preguntan qué relación guarda ese nivel de activación ante esa tarea con la reincidencia criminal durante un seguimiento de cuatro años. Los autores observan que una menor activación en la ACC predice una mayor probabilidad de reincidencia, aún controlando otros factores de riesgo habituales, como las puntuaciones en la escala PCL-R.

Escriben que "los endofenotipos neurocognitivos podrían caracterizar rasgos relevantes independientemente de los fenotipos conductuales, tales como los auto-informes o el diagnóstico de expertos basado en entrevistas y el historial del sujeto".

Piensan que las intervenciones dirigidas a mejorar la actuación de la ACC podría reducir la reincidencia criminal, pero reconocen que debería comprobarse la fiabilidad de la medida de activación de la ACC (que ellos no calculan). Evitan 'mojarse' en cuanto a si sus resultados podrían usarse para hacer predicciones individuales, admitiendo que "los marcadores neurobiológicos difícilmente podrán superar a los instrumentos al uso (evaluación del riesgo clínico)".


A lo máximo a lo que por ahora pueden aspirar esta clase de resultados es a recomendar alguna clase de tratamiento. Pero de ahí a que puedan tener consecuencias legales va un largo y tortuoso trecho.

Permítanme un comentario medianamente crítico. Los autores controlan el posible efecto de la capacidad intelectual (CI) en la predicción de reincidencia, observando que no contribuye. Sin embargo, no controlan su efecto sobre los niveles de activación de la ACC. No es difícil aventurar que los presos de menor CI posean peor rendimiento en la tarea de go/no-go, y que, por tanto, también muestren una menor activación.

La prensa se hizo eco de este estudio, pero, como siempre, exagerando lo que realmente se concluye. Conviene subrayar que la aplicación al caso individual está fuera de lugar. Ningún psicólogo penitenciario podría basarse en estos datos neurocognitivos para recomendar algo concreto a quien debe tomar decisiones sobre el futuro de un determinado delincuente.

Al menos por ahora.

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