jueves, 11 de julio de 2013

Legalizar la prostitución

Charles Murray comparte en FB un artículo de Charles C. W. Cooke para el ‘National Review’ en el que se defiende que, lejos de convertirse en un delito, la prostitución debería legalizarse.

El periodista recurre al caso de un personaje famoso (que aquí en nuestro país nos debe importar un comino) que ha sido puesto en el candelero por usar el servicio de prostitutas. Cooke dice que ese no es el verdadero problema, si no que haya engañado a su esposa. A una persona que le prometió “su lealtad, su vida y su amor”.

El hecho de que haya abonado mil dólares por el servicio de una prostituta de lujo es irrelevante. El acto hubiera sido moralmente igual de reprobable si hubiera engañado a su esposa con la vecina. Y gratis.

Resulta que es admisible practicar sexo gratis, pero si se paga por obtenerlo entonces se despiertan los fantasmas. El sexo no debería venderse, piensan algunos.

En los Estados Unidos la prostitución en sí no es un delito, pero es delito buscar los servicios de una prostituta o vivir a costa de alguien que vende su cuerpo. Suena absurdo, dice Cooke, pero es así.

Los moralistas argumentan que nadie crece pensando en vender su cuerpo al hacerse mayor. Pero la pregunta que debería hacerse, escribe este periodista, es si este trabajo es tan indeseable que debería prohibirse legalmente.

A partir de aquí se inclina hacia una legalización basada en el hecho de que las prostitutas no actúan de un modo intrínsecamente dañino.

Es posible transmitir enfermedades practicando la prostitución, pero criminalizarla aumentará esa probabilidad porque esa práctica no desaparecerá sino que se ocultará.

Cooke usa el ejemplo de la ley seca en su país.

En España, el Partido de la Libertad Individual es el único que apoya a los profesionales del sexo para normalizar su situación jurídica. Según este partido “la prostitución es una realidad en nuestras sociedades y una profesión ejercida por millares de individuos que merecen la misma protección jurídica y consideración que el resto de los trabajadores”.

Y continúa: “exigimos la persecución de todos aquellos que atentan contra la libertad de las personas.

Pero no todas las personas que se prostituyen son víctimas de la trata de blancas ni están forzadas a realizar ese trabajo.

El oscurantismo, la marginalidad y la desprotección provoca la ilegalidad.

Se victimiza a todas las personas que ejercen la prostitución y se condena por igual a todos los propietarios de los locales de alterne”.

En este blog se ha defendido el modelo holandés. El artículo de Cooke y la declaración del PLI son coherentes con esta perspectiva.


¿Lograremos transformarnos en un país que huya de rancias tendencias?

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