miércoles, 15 de enero de 2014

Inteligencia, Test de Logro Académico y Escuelas

El laboratorio dirigido por John Gabrieli, del MIT, ha llevado a cabo un estudio basado en el hecho de que la capacidad intelectual predice el rendimiento académico. A partir de aquí se supone que las escuelas que mejoran el rendimiento académico deberían también mejorar la inteligencia de sus estudiantes.


Analizan una muestra de casi mil cuatrocientos estudiantes de octavo grado, observando que tanto las puntuaciones en los tests de rendimiento académico, como las mejoras en esos tests, correlacionan con la capacidad intelectual. Sin embargo, a pesar de que se aprecian sustanciales diferencias de rendimiento entre escuelas, las diferencias de inteligencia entre esas escuelas resultan nulas. Se concluye que las escuelas que mejoran el logro académico no alcanzan ese objetivo incrementando el nivel intelectual de sus estudiantes.

Los autores sugieren que las escuelas logran mejorar las capacidades cristalizadas de la inteligencia (por ejemplo, la habilidad para resolver problemas de matemáticas cada vez más complejos), y, por tanto, podría suceder que esa mejora conllevase un incremento de la inteligencia fluida, o la capacidad para el razonamiento abstracto, para resolver problemas que no pueden atacarse recurriendo al conocimiento acumulado.

Si se pudiese comparar a escuelas que obtienen mejores dividendos en tests estandarizados de rendimiento escolar y aquellas con peores resultados, sería posible comprobar si las primeras presentan también una mayor inteligencia fluida que las segundas.

Usan tres medidas: a) conocimientos y habilidades escolares en octavo grado, b) ganancias en conocimientos y habilidades escolares entre cuarto y octavo grado y c) capacidades cognitivas (velocidad mental, memoria operativa e inteligencia fluida –cada una de estas capacidades se valora con una única medida, pero se combinan en una sola puntuación de capacidad).

Los análisis más interesantes se centran en valorar las diferencias entre las treinta y dos escuelas consideradas. El primer resultado señala que las diferencias entre escuelas dan cuenta de alrededor del 30% de las diferencias en logro académico en lengua y matemáticas, pero solo del 3% en capacidad intelectual.

El hecho de que las escuelas logren mejorar la inteligencia cristalizada, pero que no se produzca un impacto en la inteligencia fluida, implica que, a pesar de que estas dos capacidades se encuentran estrechamente correlacionadas, pueden tratarse por separado.

Una idea que el Profesor E. B. Hunt no se ha cansado de repetir a lo largo de los años (pero al que los autores de esta investigación ignoran). Hunt reconoce que el factor general de inteligencia (g) es una variable psicológica importante, pero también insiste en la relevancia de explorar, por separado, sus componentes fluidos y cristalizados. Este estudio es un ejemplo más de que su perspectiva es particularmente interesante.

Se sabe que el rendimiento escolar (cristalizado) predice el nivel socioeconómico en la vida adulta independientemente del nivel socioeconómico de la familia de origen y de las medidas estandarizadas de inteligencia. Este estudio sugiere que la mejora cristalizada no conlleva un incremento fluido, y, por tanto, los mejores dividendos en la vida adulta no requieren una mejora en la inteligencia fluida.

La reciente investigación dirigida a mejorar la inteligencia fluida a través de programas de entrenamiento cognitivo supone que es preciso mejorar esta capacidad para que se produzca un impacto en las actividades de la vida cotidiana (como, por ejemplo, el aprendizaje escolar). Sin embargo, quizá sea más eficiente centrarse en mejorar las habilidades valoradas por la cultura, es decir, la inteligencia cristalizada.

Las escuelas pueden incrementar esas habilidades cristalizadas y las mejores escuelas pueden hacerlo más eficientemente. Los resultados tendrán un impacto positivo más allá de las paredes de la escuela sin necesidad de empeñarse en cambiar las capacidades fluidas de los estudiantes. Algo que, por ahora, se nos resiste.


Finn, A. et al. (In Press). Cognitive skills, student achievement tests, and schools. Psychological Science.

1 comentario:

  1. Psychological Science published online 16 January 2014
    DOI: 10.1177/0956797613516008

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