miércoles, 30 de abril de 2014

Europa: Identidad o Ciudadanía

Este lunes 28 de Abril, Teresa Giménez Barbat, candidata por UPyD al Parlamento Europeo, organizó una mesa coloquio en la que, atendiendo a su amable invitación, participamos Francisco Mora y quien esto escribe (además de, por supuesto, el público asistente). El coloquio tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

La pregunta estrella fue ¿cómo mover las fuerzas emocionales y cognitivas de las personas en Europa para construir y no para segregar?

Los ponentes dispusimos de unos minutos para presentar nuestra perspectiva antes de pasar al intercambio de impresiones con el público. Los siguientes fueron, más o menos, los contenidos de mi intervención.

El Siglo de los Individuos

El sociólogo norteamericano Charles Murray ha discutido extensamente sobre el papel de los gobiernos. Sostiene, siguiendo a Thomas Jefferson, que el propósito de cualquier gobierno es facilitar a sus ciudadanos la persecución de la felicidad. Y la verdadera felicidad supone una sensación duradera y justificada de satisfacción con la propia vida. También ha señalado que los gobiernos europeos confían ciegamente en el poder transformador de la ingeniería social y se olvidan de que los ciudadanos deben ser tratados como individuos.

H. J. Eysenck, uno de los psicólogos más influyentes del siglo XX, fue un rebelde con causa que tuvo que abandonar Alemania ante la amenaza nazi y que, entre otras cosas, estudió las actitudes políticas llegando a conclusiones como las siguientes:

Los inteligentes serán arrollados por aquellos cuyos modestos talentos e implacables personalidades les han situado en el puesto de mando” (Usos y Abusos de la Psicología, 1957).

Volveremos luego a este psicólogo y a aquel sociólogo.

Europa, el viejo continente, es un lugar turbulento. Aquí tuvieron lugar las dos únicas guerras mundiales que ha vivido la humanidad, y, en ambas ocasiones, Alemania tuvo un lugar destacado al desatar las hostilidades.

El alemán Hitler ejemplifica la declaración anterior de su compatriota Eysenck. El líder nazi deseaba una Europa unida, pero de un modo insatisfactorio para el resto de los países del continente. Los aliados tuvieron que unirse para combatir al poder alemán.

Nuestro país permaneció neutral. Sin embargo, un spaniard tuvo un papel crucial en el éxito del comienzo del declive nazi. Garbo, así conocido por los aliados por considerarle el mejor actor del mundo, fue un agente doble que trabajaba para los aliados a la vez que los nazis le consideraban el mejor de sus agentes. Fue el único espía de la segunda guerra mundial que recibió los máximos honores, tanto de los aliados como de los alemanes.

Su papel fue clave para distraer a los nazis en el día D, haciéndoles creer que el despliegue de Normandía era, en realidad, una maniobra de distracción y que la verdadera invasión aliada tendría lugar por Calais.

Garbo, o lo que es lo mismo Juan Pujol García, merece un detenido análisis psicológico, pero ahora quiero usar su ejemplo para subrayar el hecho de la relevancia que posee para los grupos la determinación de un solo individuo. Pujol vivió el espanto de la guerra civil española y ante la aparición de Hitler se propuso contribuir a su caída:

"mis convicciones humanitarias me impidieron cerrar los ojos al sufrimiento provocado por el psicópata de Hitler y por sus secuaces".


Por cierto, Pujol era catalán pero, como él mismo nos dice:

"aunque mi familia era muy catalana, ni mis padres ni los demás miembros eran separatistas sino que, por encima de todo, nos sentíamos españoles (Spaniards)".

Carecía de conflictos de identidad. Fue, por lo menos, catalán, español y europeo.

Psicología diferencial

Voy a hablarles desde mi especialidad, la Psicología diferencial. Es esta una disciplina dirigida al estudio científico de la variabilidad en la conducta humana que tuvo su origen en la época en la que Darwin propuso su teoría de la evolución. Desde sus comienzos ha cimentado su desarrollo en la medida formal de la variabilidad, como única vía para hacer ciencia psicológica con rigor.



Se ha explorado durante más de 100 años la variabilidad en un número considerable de factores psicológicos tales como la capacidad intelectual, el temperamento, las actitudes o los valores.

¿En qué sentido se distinguen (y se parecen) los individuos en esa serie de factores?

El análisis de esas diferencias individuales también ha permitido explorar grupos humanos (agregados de individuos), llegando a algunas consideraciones que pueden ser particularmente relevantes para el tema que nos ocupa. Quizá la más importante sea el principio del solapamiento, es decir:

Dados dos grupos humanos cualesquiera, la variabilidad dentro de cada grupo es dramáticamente mayor que su diferencia promedio”.


Conviene saber que Eysenck fue un practicante destacado de esta disciplina. Regresemos ahora a él para rescatar la respuesta a una de las preguntas, relacionada con una de las variables diferenciales más sólidas, que solía hacer en sus investigaciones sobre actitudes políticas.

Cuál sería la forma de gobierno más adecuada para los seres humanos si…

A.- Todos fuesen creados con una igual capacidad
B.- Si hubiese grandes diferencias innatas en su capacidad

9 de cada 10 individuos respondían que la democracia era más adecuada en el primer caso, mientras que en el segundo se decantaban por alguna clase de autocracia.

Este autor discute en qué sentido la Psicología podía ser relevante para la política. Tuvo claro que…

¡Puede ser más complicado que la sociedad use los avances científicos de la Psicología que desarrollar la propia investigación científica!

Esta declaración la hizo en el prólogo que le pedí cuando se re-editó, en 1996, su obra de 1957, Usos y abusos de la Psicología.

¿En qué sentido concreto pueden ser relevantes los conocimientos psicológicos para la política?

Los partidos políticos mantienen doctrinas y creencias que dictan sus conductas:

1.- Un concepto de la naturaleza humana: ¿hasta qué punto puede cambiarse?
2.- Principios en los que se basan los motivos humanos.
3.- Medios de gobernar y dirigir a los seres humanos.

Considera Eysenck que, generalmente, los políticos observan con suspicacia a la psicología porque puede sustituir los estereotipos y los dogmas por pruebas y hechos científicos.

Al contrario que a otros científicos, al psicólogo…

1.- Se le piden respuestas inmediatas.
2.- Se le exige trabajar con minúsculos presupuestos.
3.- Se le dificulta el contacto con los humanos.

Cuando se observa el panorama actual se llega a su misma conclusión: sería absolutamente esencial crear un Consejo de Investigaciones Sociales.

Ese centro podría contribuir, entre otras muchas cosas, a satisfacer las demandas de Paul Horst, autor que sostiene que el más elevado objetivo al que los psicólogos pueden aspirar es el perfeccionamiento de los instrumentos y técnicas que necesita una sociedad que aspira a aprovecharse al máximo de la diversidad humana.

Se pregunta también Horst:

-. ¿Por qué los representantes no han de demostrar su competencia en las ciencias, en economía, en sociología, en ciencias políticas y, en general, en conocimientos relacionados con una legislación inteligente?
-. ¿Estamos seguros de que los más capacitados son los que consiguen alcanzar puestos de influencia y de mando político?

Steven Pinker & Judith R Harris

Esa tesis sobre la relevancia potencial de las diferencias humanas en la sociedad nos conduce a dos autores que, en parte, alcanzaron la fama al divulgar las conclusiones a las que ha llegado la Psicología diferencial en sus investigaciones.

Steve Pinker, en ‘The Blank Slate’ revisa la absurda negación de la naturaleza humana recurriendo a los conocimientos científicos disponibles. De hecho, concluye que el dogma de que la naturaleza humana no existe constituye un síntoma de corrupción en las ciencias sociales.

Hay 4 ideas en su obra, rica en detalles, que me gustaría destacar ahora:

1.- Una mente maleable sería rápidamente seleccionada para su extinción.
2.- La realidad social existe únicamente dentro de un grupo de personas y depende de la capacidad cognitiva presente en cada uno de los individuos.
3-. La psicología individual se convierte en cultura colectiva.
4-. Las políticas que insisten en que las personas deben ser idénticas en sus resultados sociales supondrán un alto coste para los seres humanos, ya que, como ocurre en el resto del reino animal, su constitución biológica no es idéntica.

Por tanto, la sociedad actual no puede seguir negando esa variabilidad.

Pero, ¿de dónde proviene esa variabilidad?

Naturalmente, en primer lugar de la variabilidad genética, pero Harris se hace una pregunta que compartiré con ustedes:

¿cuáles son los factores no genéticos que contribuyen a que no haya dos personas iguales (No Two Alike)?

Su teoría, avalada por una serie de hechos y que permite generar predicciones contrastables, se centra en tres sistemas que podrían ser localizados en el cerebro de los humanos: el sistema de relación, el sistema de socialización y el sistema de estatus.

El primer se encarga de las relaciones personales, el segundo permite interiorizar la cultura y saber adaptarse a ella y el tercero acumula estrategias a largo plazo para ocultar los defectos y destacar las virtudes.

Opino que estos tres sistemas ayudan a comprender la conducta de los individuos y de los grupos.

Europa

La UE incluye 28 estados que persiguen una integración regional. Los 7 países de mayor tamaño son Francia, España, Suecia, Alemania, Finlandia, Polonia e Italia. Los 7 países más poblados son Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España, Polonia y Rumania. Los 7 países con mayor PIB son Luxemburgo, Países Bajos, Austria, Suecia, Irlanda, Alemania y Bélgica.

Un ciudadano de la unión es un individuo que ostenta la nacionalidad de un estado miembro de la UE.

763 individuos representan en el Parlamento Europeo a 505 millones de ciudadanos.

La convocatoria de esta mesa expresa que en la región se persigue una federación de estados y que tal objetivo requerirá un sentimiento de pertenencia capaz de integrar a esos millones de personas mucho más distintas y diversas de lo que habíamos imaginado.

Hay dos preguntas en concreto:

1.- ¿Cómo superar esta contradicción?
2.- ¿Cómo mover las fuerzas emocionales y cognitivas de las personas para construir y no para segregar?

El escritor francés, de origen libanés, Amin Maalouf, Premio Príncipe de Asturias, puede ayudarnos a responder esas preguntas.

En su ensayo, ‘Identidades asesinas’, sostiene que hay demasiados intereses creados basados en instrumentalizar las identidades de grupo para beneficiar a determinados individuos.

Los ciudadanos debemos admitir que la aventura de la humanidad es algo mucho más grande que nuestras rencillas domésticas, pero tampoco debemos ignorar que la globalización es una amenaza a las identidades de los pueblos.

Quizá el antídoto más efectivo para vencer esta clase de venenos sea trabajar duro para que la gente comprenda que el único lugar real en el que cristalizan las diferentes identidades es el individuo.

En similares términos se desarrolla su obra ‘El desajuste del mundo’ abundando en la tesis de que si nuestras civilizaciones sienten la necesidad de meter ruido para afirmar su singularidad, es porque esta singularidad se va difuminando por efecto de la globalización.

Combatir esas tendencias requiere ciudadanos que conozcan profunda y sutilmente el mundo que les rodea. Y, desde esta perspectiva, la ciencia puede ayudarnos en la tarea descomunal de cimentar un mundo nuevo en el que los pueblos de la Tierra puedan caminar juntos en la misma dirección.

Sin embargo, el psicólogo norteamericano David Lykken, experto en psicología evolucionista, subrayaba en su obra ‘The antisocial personalities’ su escepticismo con respecto al éxito de la empresa europea.

Según su perspectiva, los firmantes del tratado europeo nadan en contra de la corriente de la evolución al intentar transformar una Torre de Babel en un poderoso organismo socioeconómico integrado.

Su predicción, hecha en 1995, fue que fracasaríamos estrepitosamente, tarde o temprano.

¿Por qué?

Porque las consideraciones evolucionistas llevan a concluir que los grupos sociales humanos (naciones, estados) progresan y se cohesionan solamente cuando comparten una cultura.

El caso de los Estados Unidos demuestra que puede tolerarse una considerable diversidad, pero que hay límites.

Si se hubiese permitido que los inmigrantes de los distintos estados de la unión conservasen la lengua y las costumbres del viejo mundo, actualmente no existirían los Estados Unidos de América.

Enfoque

Entonces, ¿qué se puede hacer para promover la identidad europea?

Primero, romper, con hechos, los estereotipos nacionales sirviéndose de técnicas científicas de presentación imparcial y de deducción prudente.

Es posible realizar un estudio empírico de las diferencias nacionales que sería de capital importancia para el desarrollo de esa identidad europea.

Hace muchos años que la UNESCO hizo notar que “los prejuicios nacen en las mentes individuales”.

Segundo, romper la patológica tendencia del etnocentrismo, es decir, la irracional creencia de que la nación o el grupo social propios son superiores a los demás.

Hay muchas personas que repiten como papagayos frase hechas porque nunca se han parado a pensar sobre cuestiones de naturaleza etnocéntrica, o porque no son lo suficientemente competentes para comprender lo que están diciendo, o porque esas cuestiones son moneda común en su ambiente.

Obsérvese que el peligro reside en los escasos fanáticos más que en el rebaño de individuos dispuestos a seguirles.

Por cierto, algunos de mis colegas de profesión defienden de modo vehemente que no podemos fiarnos de lo que la gente dice, sino que solamente debemos dar crédito a lo que hace para conocer sus verdaderas actitudes.

Es falso.

Ir a la iglesia no significa que la persona sea religiosa.

Un individuo puede colgar una ikurriña en su ventana para evitarse problemas en el bar de su pueblo.

Tercero, subrayar que la unidad de análisis correcta sobre la que construir la identidad es el individuo. Europa sería una más de las facetas de la identidad individual.

No propongo aplicar ninguna clase de ingeniería social para convencer a los ciudadanos europeos de que acepten una identidad europea. Lo que estoy sugiriendo es que debemos darles a conocer el hecho de que su naturaleza individual constituye su identidad y que puede decidir libremente incorporar Europa a esa identidad para compartir un proyecto de integración.

Quiero cerrar mi intervención como fue abierta.

Dijimos que los gobiernos deben facilitar a sus ciudadanos la persecución de la felicidad. Ahora habría que añadir que ese proceso de facilitación supone “un marco de referencia dentro del que la gente –independientemente de su temperamento y de su talento—puede buscar la felicidad”.

Si nos preguntamos cuáles son las instituciones mediante las que los seres humanos logramos una profunda satisfacción con la vida, una respuesta razonable es la familia, la comunidad, la vocación y el sentido trascendente de la vida.

Murray abomina de la tendencia de los ciudadanos europeos a delegar en sus gobiernos lo que deberían hacer por ellos mismos. Cuando los gobiernos se hacen cargo, esas cuatro instituciones se resienten y terminan por desintegrarse, puesto que su tamaño es incompatible con ellas.



Las soluciones centralizadas restringen, mediante leyes, las diferencias individuales usando como medida de su éxito el nivel de acatamiento de esas leyes (…) así resulta imposible liberar a los humanos para materializar su potencial. Así no se alimenta el alma humana”.

Debemos responder a la pregunta de cómo lograr una sociedad en la que todo el mundo, todos los ciudadanos europeos, sin importar cuáles sean sus dones, pueda llegar a los 70 años de edad, mirar hacia atrás, y concluir que han tenido una vida feliz, repleta de satisfacciones profundas y justificadas.

Muchas gracias.

https://dl.dropboxusercontent.com/u/10862393/Europa_Mesa%20Redonda.ppsm



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