viernes, 23 de enero de 2015

Muerte a las emociones

Hace una década, Félix García Moriyón me hizo una extensa entrevista sobre la psicología de las emociones para la revista ‘Diálogo Filosófico’. No estoy seguro de haber cumplido sus expectativas, aunque pueden valorarlo ustedes mismos descargando el siguiente archivo.

Fueron varios los temas considerados a lo largo del intercambio de preguntas y respuestas. En esencia mantuve que:

1. Las emociones se resisten a nuestro control racional.
2. La pretensión de moldear las emociones es sospechosa.
3. La sociedad es la suma de sus partes.
4. Goleman reaccionó al mensaje de ‘The Bell Curve’ de Herrnstein & Murray a través de la desgraciadamente famosa inteligencia emocional.
5. Las emociones son ingobernables.
6. Las emociones no se eligen, sino que se contraen, como la gripe.
7. Las diferencias (emocionales) que separan a una mujer de otra mujer tomada al azar de la población, son sustancialmente mayores que la diferencia promedio entre ellos y ellas.
8. El hombre no es bueno o malo por naturaleza porque ese hombre no existe.
9. Matizando a Ortega, ‘mis circunstancias dependen bastante de mi yo’.
10. ¿Sería legítimo manipular nuestra naturaleza?

2015 podría ser un bueno año para esforzarse por cerrar el capítulo sobre las emociones humanas.

Ahora que ya hemos deglutido un 15% de siglo XXI, permítanme invitarles a que aceptemos, sin reservas, nuestra inutilidad para gestionar de una manera sensata (racional) las emociones.


Una vez admitido el hecho, dejemos que entes carentes de toda emoción humana nos gobiernen. Un sistema inteligente sin rastro emocional mejoraría nuestra breve estancia sobre el planeta Tierra de modos difíciles de calcular.

Aquí tienen un listado más o menos arbitrario de esas emociones que tanto se valoran, habitual y románticamente, por doquier: alegría, amor, angustia, asco, celos, compasión, culpa, depresión, desánimo, desesperación, desconfianza, entusiasmo, envidia, esperanza, hastío, hostilidad, indiferencia, insatisfacción, inseguridad, fastidio, frustración, ira, irritación, miedo, negación, odio, ofensa, ofuscación, optimismo, orgullo, paciencia, pánico, preocupación, pesimismo, rebeldía, rencor, repugnancia, resignación, satisfacción, serenidad, soberbia, sorpresa, temor, ternura, tranquilidad, tristeza, vergüenza.

Me cuesta encontrar argumentos convincentes sobre la relevancia positiva de estas emociones.

Imaginen un mundo sin angustia, asco, celos, culpa, depresión, desánimo, desesperación, desconfianza, envidia, hastío, hostilidad, indiferencia, insatisfacción, inseguridad, fastidio, frustración, ira, irritación, miedo, negación, odio, ofensa, ofuscación, orgullo, pánico, preocupación, pesimismo, rebeldía, rencor, repugnancia, resignación, soberbia, temor, tristeza o vergüenza.

Nuestro neocortex es una potente máquina de razonar, pero luce cuando logramos que nuestras emociones no interfieran con el proceso de pensamiento. Todo aquello que nos hace sufrir proviene de nuestro fracaso para mantener a raya las emociones.

Aunque sepamos cuál es la acción correcta, optamos por vías diferentes, altamente cuestionables desde una perspectiva moral, para satisfacer nuestros celos, nuestra envidia, nuestra hostilidad, nuestra ira, nuestro miedo, nuestro odio, nuestro orgullo, nuestro rencor o nuestro temor.

Desgraciadamente no podemos extirparnos el paleo-cortex, así que, tristemente, las emociones seguirán acompañados durante bastante tiempo todavía. Por tanto, ¿cómo lograr combatir esa epidemia que nos viene acompañando desde hace miles de años?

Ahora tenemos la solución a nuestro alcance.

Basta con programar una máquina a la que nombremos Presidente del Gobierno. Mariano, Pedro o Pablo están obsoletos.

Usando unas cuantas líneas de código, la máquina inteligente será capaz de adoptar las mejores decisiones. España ya no tendrá problemas para entenderse con Francia. Los Estados Unidos, Rusia y China colaborarán sinérgicamente para paliar la absurda situación actual que hace sufrir a una gran parte de la humanidad. Y eso sucederá porque será un diálogo entre robots para quienes las emociones habrán sido incorporadas a un código asociado al mejor modo de anular completamente su participación en el proceso de toma de decisiones.

La humanidad pasará, por fin, a un primer plano, gracias a las máquinas inteligentes, que sabrán qué se debe hacer y que no dudarán en llevarlo a la práctica para mejorar las condiciones de vida de los homo sapiens que vayamos transitando por este bello planeta.

Nada debemos temer. Hay que urgir a los científicos para que escriban esas líneas de código que cambiarán radicalmente la existencia humana sobre la faz de la tierra. A mejor, a algo mucho mejor.



Skynet es el nuevo Dios.

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