viernes, 23 de octubre de 2015

Conectoma y el factor general de inteligencia (g)

La revista ‘Nature Neuroscience’ está sirviendo de escaparate a algunos resultados derivados del Human Connectome Project.

La semana pasada expusimos una investigación sobre la identidad individual que revela el conectoma.

En el caso que comentaremos hoy, se estudió la relación del conectoma funcional (observado según un registro de resonancia en estado de reposo) de más de 450 individuos con una extensa serie de 280 medidas criterio de carácter demográfico (edad, sexo, ingresos, nivel educativo, uso de sustancias, etc.), sobre estilo de vida (violación de las convenciones sociales, etc.) y psicométricas (CI –capacidad intelectual, lenguaje, etc.).

El resultado principal es demoledor: las regiones del cerebro humano se coordinan para producir un modo general de funcionamiento positivo.

Es decir, el celebrado ‘positive manifold’ descubierto por Charles Spearman a comienzos del siglo pasado y que los psicólogos diferenciales llevamos investigando desde entonces.

En palabras de los autores de este informe:

Esta covariación poblacional se parece a las descripciones del factor general de inteligencia (g), aunque también incluye aspectos del funcionamiento cotidiano, tales como la educación, los ingresos y la satisfacción con la vida”.

Va a ser verdad eso de que (según Linda Gottfredsonla vida es un enorme y larguísimo test de inteligencia.

Obsérvese que esa covariación ayudaría a explicar por qué las medidas estandarizadas de capacidad intelectual predicen un elevado número de fenómenos.

El caso es que el HCP se dirige a comprender cómo las redes cerebrales integran información mediante un complejo patrón de conexiones neuronales.

En esta investigación se consideran 200 regiones cerebrales para calcular sus conexiones. Las matrices de 200x200 para cada individuo se combinan en una super-matriz que incluye las matrices individuales.

Seguidamente se aplican análisis de correlación canónica (CCA) para estimar pares de variables canónicas correspondientes a las medidas cerebrales de conectividad y a las medidas criterio.

El resultado es un único y poderoso componente CCA que relaciona ambas medidas.

El valor promedio es extraordinariamente alto (r = 0.87).

Tal y como se muestra en la siguiente figura, los individuos con altas puntuaciones en ese componente presentan valores elevados en las variables criterio de carácter positivo (nivel de vocabulario, inteligencia fluida, nivel educativo, satisfacción con la vida, memoria operativa, comprensión lectora, control atencional, memoria, abandono del hábito de fumar, ingresos, agudeza visual, ausencia de trastornos psiquiátricos  y neurológicos, velocidad mental) y valores pequeños en las variables criterio de carácter negativo (uso de sustancias, consumo de tabaco, problemas con el alcohol, problemas con el sueño, agresividad, violación de las normas, estrés percibido, desórdenes de pensamiento).


En los individuos con puntuaciones bajas el patrón es inverso: valores altos en las variables criterio de carácter negativo y valores bajos en las variables criterio de carácter positivo.

Además, quienes presentan altas puntuaciones en ese componente general, poseen también una conectividad global más fuerte que los que tienen bajas puntuaciones.

Las conexiones más relevantes se sitúan en la corteza frontal medial, la corteza parietal, la unión  (junction) temporo-parietal, la insula anterior y el frontal operculum. Es decir, conexiones habitualmente asociadas a la red por defecto (default mode network). Por cierto, la corteza dorsolateral prefrontal no posee un protagonismo relevante.

En suma, el debate sobre el carácter unitario de g (algo de lo que hablaremos aquí en breve), puede ser historia: las diferencias individuales en ese g unitario se sustentarían, según esta investigación, en un mayor nivel de conectividad general entre regiones clave del cerebro humano.

Los individuos que poseen un cerebro mejor conectado son más inteligentes, pero también presentan un elevado número de características socialmente positivas. Las diferencias de rendimiento en un test estandarizado de inteligencia predicen muchas de esas características simplemente porque tanto la primera como las segundas se apoyan en un mecanismo general compartido.



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