viernes, 10 de junio de 2016

El efecto de la calidad de la escuela

En septiembre del año en curso Douglas K. Detterman publicará un artículo en el Spanish Journal of Psychology en el que, después de revisar la evidencia disponible, se mantiene que las diferencias que separan a los escolares apenas pueden ser explicadas por las escuelas y los profesores. Por el contrario, el estudiante sería el elemento clave.

Detterman expuso esa evidencia en el Seminario Internacional que tuvo lugar en Madrid el pasado mes de Abril: “Pity the poor teacher because student characteristics are much more significant than teachers and schools”.

Jan-Eric Gustafsson publica ahora un artículo en el que se concluye que la calidad de la escolarización obligatoria posee un efecto en el nivel de alfabetización de la población adulta de los países. Por tanto, una conclusión bastante diferente a la que llega el antiguo editor de la revista en la que se publica el informe que comentaremos seguidamente.

O eso parece.

Para llegar ahí analiza datos de veinte países obtenidos en los proyectos PISA y PIAAC (Programme for the International Assessment of Adult Competencies) entre 2000 y 2012. A diferencia de PISA, que valora escolares de 15 años de edad, PIAAC valora muestras representativas de la población de entre 16 y 65 años de edad.

PISA se usa aquí para estimar tendencias lineales en el nivel de alfabetización que se supone expresan la calidad de la escolarización en el periodo de tiempo considerado, mientras que PIAAC se usa para comparar la diferencia media en alfabetización entre personas de diferentes cohortes (de más y menos edad).

Resultado: las diferencias en PIAAC se asocian a las tendencias PISA (r = 0.70). Por tanto, cuanto mayor es la diferencia entre cohortes revelada por PIACC, mayor es la tendencia al aumento de alfabetización valorada por PISA. Las mejoras en PISA acrecientan la diferencia entre quienes pasaron antes y después por la escuela.

El autor considera evidencia previa consistente con la conclusión de que la educación y las capacidades cognitivas son más relevantes para comprender el desarrollo económico de los países que al revés. Un ejemplo es el complejo estudio del alemán Heiner Rindermann. También echa mano del efecto Flynn para apoyar la idea de que la escolarización contribuye a la mejora de las capacidades cognitivas de la población.

Gustafsson se mete en el jardín de la intensa relación calculada entre el nivel de CI (capacidad intelectual) de los países y los conocimientos escolares valorados por PISA (o similares proyectos):

Aunque el análisis de las propiedades de los problemas que se incluyen en los test PISA pueden valorar, sin pretenderlo, el nivel intelectual de los examinados, ese hecho puede no ser la razón por la que se observa una altísima correlación entre el CI de los países y otros estudios internacionales.
Una explicación alternativa es que, sencillamente, los factores que causan las diferencias que separan a los países poseen efectos similares sobre las capacidades de razonamiento (CI) y sobre la adquisición de conocimientos (PISA)”.

Las dos preguntas que buscan respuesta en el estudio de este investigador escandinavo son:

1.- ¿Se conectan los cambios a través del tiempo en las habilidades valoradas al terminar la educación obligatoria con las diferencias de cohorte en esas habilidades en población adulta?

2.- ¿Hasta qué punto pueden explicar esas diferencias de cohorte los cambios educativos y en el desarrollo social en general?

Se compara la cohorte de 16-19 años y la de 25-29 años valoradas por PIAAC con los niveles mostrados en PISA durante un periodo de doce años (de 2000 a 2012).

Los veinte países considerados son: Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Corea,  Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Polonia, Reino Unido, República Checa, Rusia y Suecia. Se valora el nivel de alfabetización a través del dominio del lenguaje y de los números.


Estas son las respuestas a las preguntas:

1.- La tendencia en el nivel de conocimientos escolares al terminar el periodo de enseñanza obligatoria se refleja en las diferencias observadas entre las cohortes comparadas.

La relación observada entre PISA y PIAAC se debe a que el nivel de conocimientos y habilidades alcanzado a los 15 años de edad se mantiene en la edad adulta. El autor sugiere que la diferencia en ese nivel se puede atribuir a la calidad de la escolarización, aunque reconoce que la evidencia no es concluyente.

2.- Aquí se consideran dos covariables: la calidad educativa percibida subjetivamente por quienes completan el PIAAC (EdQualif) y la medida del nivel de desarrollo humano del país (HDI) –que se basa en la esperanza de vida, la duración media del periodo escolar y los ingresos medios.

La primera covariable no posee efectos significativos (probablemente porque no es una medida fiable), pero la segunda sí posee un efecto. Aún así, considerar el HDI en los modelos contrastados no desvanece la relación principal entre las mejora en PISA y las diferencias entre las cohortes. Las mejoras de rendimiento en PISA durante el periodo de doce años considerado, poseen un efecto positivo en PIAAC:

las diferencias entre las cohortes reflejan parcialmente el nivel de conocimientos y habilidades alcanzados al finalizar el periodo de enseñanza obligatoria”.

En resumen, las mejoras en la escolarización poseerían un reflejo en el nivel de alfabetización de la población adulta.

¿Es contradictorio este resultado con la conclusión de Detterman?

Pienso que no.

Gustafsson explora el nivel medio, mientras que Detterman busca entender las diferencias que separan a los escolares.

Una analogía puede aclarar la cosa: una mejora nutricional contribuye a explicar por qué la población española presenta ahora una estatura media mayor que hace treinta años. Los jóvenes españoles de la actualidad son, en promedio, más altos que los de hace tres décadas, pero las diferencias que separan por su estatura en la actualidad a esos jóvenes siguen explicándose en gran medida por sus diferencias genéticas.

Por tanto, el tipo de factores explorados por el investigador escandinavo pueden contribuir a explicar por qué se producen las diferencias que separan a las cohortes en su nivel de alfabetización. Una mejora educativa puede aumentar el nivel promedio, pero las diferencias que separan a los individuos de cada cohorte pueden ser explicadas por variables personales como las subrayadas por Detterman: los más inteligentes seguirán aprendiendo más y mejor porque se aprovechan de modo más eficiente de las mejoras ‘sociales’.


Permítanme terminar este post con un breve comentario sobre España.

En el diagrama de dispersión expuesto en el informe se aprecia que nuestro país a) se ubica en el grupo que experimenta ligeras mejoras en PISA y b) presenta valores inesperados por el efecto cohorte, aunque débilmente, en el PIAAC. Por tanto, se aprecia una mejora en PISA en el periodo de doce años, así como menores niveles de alfabetización en los individuos más jóvenes.

En cualquier caso, ambas tendencias son tan magras que la conclusión más razonable es que la virgencita escuchó nuestras plegarias y nos quedamos como estábamos.

P. S. Jan-Eric ha tenido la amabilidad de enviarme los datos directos que usó para elaborar este informe. Mirar esa información es más interesante que los cálculos publicados. Pero ya comentaré en su momento qué estoy viendo al podar la maleza.

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