miércoles, 18 de mayo de 2011

Smart Pills


El diseño de píldoras para aumentar nuestra capacidad intelectual constituye la típica pretensión que una parte significativa de los científicos más conservadores --en el buen sentido de la palabra, cuidado-- rechazan admitir como ligeramente posible.

¿Una píldora para aumentar la capacidad intelectual? Ni de broma. Aumentar realmente la inteligencia, o es imposible, o requiere un esfuerzo titánico desde el momento del nacimiento. No hay más que hablar. Caso cerrado.

Sin embargo, mi colega y amigo Richard Haier, de la Universidad de California, suele provocar a la audiencia de sus conferencias con la siguiente pregunta:

"¿cuánto estaría usted dispuesto a pagar por una píldora que mejorase su inteligencia? "

Admite, por tanto, este científico sénior, que alcanzar ese objetivo es posible.

Se supone que la investigación revelará cuáles son las sustancias que influyen positivamente sobre el sustrato biológico en el que reside la clase de conductas que calificamos de inteligentes. Igual que podemos contribuir a atenuar los síntomas de la depresión o la ansiedad mediante una serie de fármacos, en principio es razonable pensar que se puede hacer lo propio con la inteligencia.

El P7C3, por ejemplo, es similar al fármaco Dimebon usado, a veces, para combatir el Alzheimer. Pertenece a la familia de los denominados "neuro-protectores", es decir, sustancias que atenúan la degeneración celular que contribuye a la pérdida de las capacidades cognitivas.


El tema resulta tan excitante que se ha llegado, inclusive, a crear comisiones dedicadas a valorar la evidencia y predecir el futuro inmediato.

'Foresight' es uno de esos grupos. Aventuran que los potenciadores cognitivos pueden llegar a ser ingeridos regularmente, igual que sucede con el café, por ejemplo. La cafeína posee demostrados efectos positivos sobre el rendimiento cognitivo y nadie parece tener nada en contra --al menos por ahora, denles tiempo a los gobernantes y verán de lo que son capaces-- así que ¿por qué albergar sensaciones paranoicas ante otras sustancias?

Los potenciadores del rendimiento intelectual ya se conocen con la abreviatura 'Cogs'. Entre los más empleados se encuentran el modalfinil, el ritalin y el adderall. Ríos de este último compuesto recorren los campus universitarios en los Estados Unidos. Tirando por lo bajo, parece que uno de cada cuatro estudiantes usa alguna de esas sustancias para estimular su rendimiento en periodo de exámenes. Una especie de dopaje cognitivo, para entendernos: solicitan una palangana de 'coffee of the day' en el Starbucks de la esquina y degluten adderall sonriendo con garbo.

Se discute sobre sus posibles efectos colaterales, aunque no parece que sean evidentes. También se plantea que determinadas instituciones podrían llegar a 'obligar' a su consumo para que sus miembros mejoren su rendimiento, lo que atentaría contra su libertad. Finalmente, se debate sobre la legitimidad de que quienes se presentan a exámenes competitivos puedan consumir 'Cogs'. Se le da tantas vueltas a estas cosas...

Pienso que hay pocas dudas sobre el hecho de que estas sustancias, cuando se hayan desarrollado, serán consumidas regularmente. Seguramente tendrán un efecto a corto plazo, y, al igual que sucede con otra clases de fármacos, ese efecto tenderá a disiparse cuando cese la ingesta. A no ser que se hayan transformado en 'Cog-dependientes' y en sus delirium tremens contengan visiones de Judith Polgar --hablaremos de ella en breve.

Los programas de estimulación cognitiva funcionan mientras se mantienen, pero su efecto se desvanece, mas pronto que tarde, si deja de aplicarse. Algo similar sucederá con los 'Cogs'. No serán, por tanto, soluciones realmente diferentes a otra clase de procedimientos dirigidos a mejorar nuestras capacidades.

Aunque sea duro de encajar, mantenerse en forma, o mejorar, requiere persistencia. Sentarse en el sofá a ver los partidos de Nadal, o comprarnos carísimas prendas de Nike, no nos convierte en consumados tenistas. Mejorar nuestras habilidades con la raqueta exige una práctica continuada, requiere esfuerzo.

El mismo argumento se aplica a las capacidades cognitivas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario