lunes, 19 de mayo de 2014

De derecha a izquierda (y tiro porque me toca): conectividad en reposo entre regiones parieto-frontales e inteligencia

A todos nos sucede que escribimos cosas que luego olvidamos haber escrito. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

En su magnífica obra ‘Human intelligence’, publicada en 2011, el Profesor Emérito E. B. Hunt señalaba:

Ultimately everything is in the brain (…)
Theories of intelligence that relate individual differences in cognitive power to individual differences in brain action are important as steps in reductionism (…)
Every expression of intelligence is due to actions of the brain (…)
If we knew the nature of every connection between the approx. five billion neurons in a person’s brain, and if we knew the algorithms the brain uses to activate and alter these connections, we would know everything there is to know about that person’s cognition”.

En suma, que estaría de acuerdo con la propuesta reduccionista que tuve la oportunidad de exponer con determinación en el monográfico de la e-revista ‘Journal of Intelligence’ (All We Need Is brain (And Technology):


Sin embargo, su artículo (escrito en colaboración son Susanne Jaeggi) para ese mismo monográfico no subraya con entusiasmo esa perspectiva.


El caso es que cada vez acumulamos más evidencia sobre la extraordinaria importancia de las redes que conectan las regiones frontales con las parietales para comprender las diferencias individuales de inteligencia. O eso parece.

El artículo recientemente publicado en el ‘American Journal of Neuroradiology’ es un ejemplo más. Se exploran las relaciones entre las diferencias de inteligencia de dos grupos de individuos (niños y adolescentes) y sus patrones de conectividad funcional en estado de reposo.

Li, C. & Tian, L. (2014). Association between resting-state coactivation in the parieto-frontal network and intelligence during late childhood and adolescence. http://dx.doi.org/10.3174/ajnr.A3850

El resultado principal es que la red parieto-frontal relevante para dar cuenta de las diferencias de inteligencia se ubica en el hemisferio derecho en la niñez, pero cambia al hemisferio izquierdo en la adolescencia. Un ejemplo de la naturaleza dinámica de las relaciones entre el funcionamiento espontáneo del cerebro y el fenotipo inteligencia.


Se estudia a 84 niños (entre 8 y 12 años) y a 50 adolescentes (entre 12 y 16 años). La capacidad intelectual se valora con la escala Wechsler y los resultados revelan que ambos grupos presentan un CI bastante por encima de la media (120 y 115, respectivamente).

La conectividad funcional en reposo se valora aplicando ICA y se construyen las redes parieto-frontales para ambos hemisferios, así como otras tres redes de control que excluyen esas regiones. Las redes son similares para niños y adolescentes.

Las correlaciones con la inteligencia son significativas en el giro angular derecho y en el giro frontal inferior derecho, mientras que para los adolescentes las correlaciones son significativas esencialmente en el giro frontal inferior izquierdo. El hecho de que no se observen correlaciones significativas en las redes de control subraya la relevancia de la red parieto-frontal para dar soporte a la capacidad intelectual, según los autores.

Además, las correlaciones son positivas, lo que sugiere que una mayor conectividad es beneficiosa para la inteligencia. Las regiones frontales del hemisferio derecho se suelen vincular a la planificación, mientras que las izquierdas se asocian al procesamiento lingüístico. El giro angular se relaciona con el procesamiento visoespacial, el procesamiento lingüístico y el procesamiento numérico.

Quizá lo más interesante de este estudio es la diferencia entre los grupos. En un caso el lado derecho es relevante, mientras que en el otro es el izquierdo. En mi breve artículo editorial para la revista PAID (From the Earth To The Brain) señalé la naturaleza inquietante de este patrón a través de los distintos estudios publicados.


Opino que no puede descartarse que la edad no tenga nada que ver con el patrón observado. Simplemente podría deberse a que son grupos distintos. Los grupos son agregados de individuos, y, por tanto, esas individualidades pueden revelar patrones diferentes.

Siempre que puede mi colega R. Haier recuerda eso de que “Not All Brains Work The Same Way”. Conviene tenerlo presente porque presuntas inconsistencias podrían ser, simplemente, resultado de ese hecho. Admitirlo podría salvarnos de sustanciales quebraderos de cabeza.


No hay comentarios:

Publicar un comentario