lunes, 17 de abril de 2017

El Concepto de Raza y el Racismo

La plataforma ‘Quillette’ publicó el verano pasado un artículo sobre la ‘realidad de las razas’ y sobre la ‘repugnancia hacia el racismo’.

Sostienen los autores de ese artículo que el ciudadano de a píe no duda de la existencia de razas dentro de la especie humana, aunque algunos intelectuales consideran que se basa en una percepción ilusoria. En realidad, declaran estos últimos, la diversidad humana es superficial, todos somos más o menos iguales.

Los autores del artículo que comentaremos aquí mantienen que las razas existen. Las categorías raciales no son construcciones sociales arbitrarias, sino que corresponden a diferencias genéticas reales que separan a las poblaciones humanas. Piensan que los científicos deben estudiar estas variaciones sin temor a la censura o al ostracismo:

El racismo no es erróneo porque las razas no existan, sino porque viola gravemente los ideales morales de las sociedades modernas en las que vivimos”.

La percepción de los intelectuales y activistas sociales que niegan la realidad de las razas humanas es peligrosa, según los autores. Y lo es porque abre la puerta a pensar que si estuvieran equivocados y se demostrase que las razas existen de hecho, entonces el racismo estaría justificado.

¿Cómo se ha intentado negar la realidad de las razas dentro de la especie humana?

En primer lugar, se ha mantenido que la variación humana es gradual, no discreta.

Sin embargo, quienes consideran que el concepto de raza es útil concuerdan con ese hecho: las diferencias son de grado. Las concepciones platónicas sobre la raza son una persona de paja sin relación alguna con la investigación científica.

En segundo lugar, se subraya que las diferencias dentro de cada grupo son mucho mayores que la diferencia promedio que separa a los grupos humanos o poblaciones. Por tanto, esa diferencia promedio debe poseer escaso o nulo interés para la ciencia.

Sin embargo, a pesar de que ese hecho es completamente cierto, es irrelevante para la pregunta de si las diferencias poblacionales son biológicamente significativas. Explorar genes aislados no es lo mismo que analizar la estructura de múltiples genes relacionados. Patrones invisibles cuando se consideran genes individuales, se manifiestan cuando se explora simultáneamente una gran variedad de genes. Cada locus genético es poco informativo en sí mismo, pero 200 o 300 loci son muy informativos. La etnicidad auto-informada se corresponde de modo prácticamente perfecto con las agrupaciones de genes obtenidas usando 326 marcadores. Los grupos humanos pueden distinguirse según su pasado ancestral con una gran precisión.

En tercer lugar, se ha dicho que las clasificaciones raciales en humanos son arbitrarias.

Sin embargo, las categorías grupales se basan en principios aceptados como coherencia, parsimonia y predictibilidad. La raza no es una esencia platónica y los grupos raciales no constituyen categorías discretas. Es un constructo pragmático que recoge variaciones reales presentes en nuestro planeta y que permite que los científicos hagan inferencias útiles:

Se puede comenzar con cinco categorías basadas en los continentes (caucásicos, asiáticos del este, africanos, nativos americanos y aborígenes de Australia) añadiendo después más categorías para aumentar el nivel de detalle de los análisis (judíos askenazi, judíos sefardíes, etc.)”.

Estas categorías no son reales en un sentido metafísico, pero son útiles y poseen valor predictivo. Representan rasgos que pueden cuantificarse, que se agrupan y que predicen determinados resultados.

El racismo es erróneo porque viola la dignidad de los individuos. Y esa dignidad no necesita de una supuesta uniformidad biológica de la especie humana.

Estudiar seriamente las variaciones raciales es relevante, según los autores. Puede promover, por ejemplo, el desarrollo de tratamientos médicos mejores, más personalizados. También puede ayudar a comprender nuestra historia evolucionista.

Además, negar irracionalmente la realidad del concepto de raza abre la puerta a los extremistas. Si los científicos se niegan a discutir abiertamente sobre ese concepto, otros lo harán. Y es bastante probable que esos ‘otros’ sean demagogos que usarán los conocimientos disponibles para apoyar peligrosas políticas sociales.

El hecho es que la mayor parte de la gente piensa que las razas humanas existen. La investigación sugiere que existen diferencias genéticas significativas que se corresponden con las clasificaciones raciales comunes. El concepto de raza es tan real como otros constructos de las ciencias sociales:

La tolerancia y el cosmopolitismo no requieren nivelar la diversidad sino celebrarla. Las razas existen. El racismo no tiene por qué existir”.

Pienso que este artículo es interesante y que vale la pena leerlo, tanto con detenimiento como con la mente abierta.

Sin embargo, a medida que leía me resultaba difícil no volver a la conclusión a la que llegué hace veinte años cuando estuve trabajando en un libro sobre la diversidad humana que se publicó en 1996 por primera vez (y que se re-editó en 1997).

Entre otros muchos temas, consideré allí el concepto de raza. Los siguientes son ejemplos de algunas de mis conclusiones después de revisar y estudiar la evidencia disponible en aquel momento:

-. Las personas deberían ser consideradas como individuos, no como miembros de un determinado colectivo.

-. Valorar al individuo a partir de los grupos a los que se supone que pertenece desnaturaliza la idea de democracia.

-. La igualdad de derechos y oportunidades es la condición más beneficiosa para cualquier sociedad. Aceptar la realidad de las diferencias humanas en las capacidades básicas simplemente subraya la necesidad de proporcionar una igualdad de oportunidades para permitir que cada persona alcance su propia realización personal.

-. Si se intenta construir una sociedad en la que la etnicidad no tenga importancia en los acontecimientos cotidianos relevantes, resulta esencial que las etiquetas de prestigio tengan el mismo significado para todos los grupos étnicos.

-. La tarea de cualquier gobierno democrático debería consistir en organizar a un conjunto de personas desiguales según un sistema de leyes y procedimientos que permitan igualar sus derechos y oportunidades, respetando que las diferencias individuales se puedan expresar con la mayor libertad posible.

-. El ideal igualitario de la teoría política contemporánea subestima la importancia de las diferencias que separan a los seres humanos. Fracasa al vérselas con la variabilidad humana y sobrestima la capacidad de las intervenciones políticas para anular el carácter y las capacidades humanas.

-. La persona no debe ser juzgada según el grupo al que pertenezca, sino como tal individuo. Por ello, en adelante, las diferencias grupales deberían jugar un papel insignificante.

En suma, quise subrayar que la unidad de análisis más adecuada es el individuo, no el grupo. Los grupos no son más que colectivos de individuos. El hecho de que considerar esas agrupaciones pueda poseer algún beneficio instrumental para la investigación científica, no implica que posea una mayor significación que el individuo en la mayoría de las circunstancias.

La investigación reciente en neurociencia está trabajando duro para cambiar el foco desde el grupo hacia el individuo. Cada vez se habla menos, por ejemplo, de pacientes y controles, y más de individuos concretos que pueden presentar una mayor o menor probabilidad de contraer alguna clase de trastorno. Se subraya la extraordinaria variabilidad que caracteriza a los pacientes, tan o más relevante que la que caracteriza a los controles.

Los autores del artículo que estamos comentando en este post caen en una contradicción, desde mi punto de vista. El desarrollo de tratamientos médicos personalizados, por ejemplo, se basa en las características del individuo, no del grupo poblacional (o racial) al que se supone que pertenece. Un análisis de mi genoma puede revelar que mis orígenes ancestrales se encuentran a caballo entre el pueblo judío y el escandinavo. Pero al comparar mi genoma con el de otros individuos concretos de la especie humana, la mayor similitud se aprecia con un aborigen de Osaka.

Por tanto, sigo manteniendo la conclusión a la que llegué hace dos décadas: centrémonos en el individuo y usemos, si acaso instrumentalmente, las categorías grupales. Eso sí, sigamos esforzándonos para desterrar las irracionales tendencias censoras de determinados intelectuales y activistas.

Una sociedad abierta como la nuestra así lo exige.

-->

2 comentarios:

  1. Tema caliente, Rob! Desafortunadamente los humanos suelen moverse entre excesos, y no se le dan bien las perspectivas intermedias. Hemos pasado de una situación de persecución de las diferencias a la negación de las mismas. Parece que las únicas alternativas son “ser igual” o “ser malo” … solo “ser diferente” no se consigue aceptar como opción. Es sorprendente que se insista con tanta superficialidad sobre la ausencia de fronteras … si hubiera fronteras entre las razas no serían razas, sino … especies! Además de las diferencias biológicas, y además de olvidar una función pragmática y lingüística de la terminología que es a menudo convencional (hasta para las especies!) y que va más allá de los genes, también se olvida el factor histórico del concepto de raza: poblaciones que entre ellas han tenido a lo largo del tiempo un intercambio (biológico, demográfico) más homogéneo que con otras poblaciones. Nada más que esto.

    Totalmente de acuerdo contigo sobre defender los derechos de los individuos, no de los grupos. Creo que has dado con el punto central, sin más. Y asociar los derechos humanos a una evidencia científica es realmente peligroso … Primero, las evidencias científicas suelen cambiar, sin previsión y sin rumbo, con lo cual anclar derechos y ciencia no es aconsejable. Segundo, con este espíritu “somos todos iguales” se entra sin darse cuenta en la perspectiva retorcida de que derechos y dignidad solo se deben a los que “son como nosotros” … a los de la familia, de la tribu … Es decir, se promociona el mensaje que para tener derechos y respeto tienes que ser de los nuestros, y tienes que demostrarlo … en fin, una posición peligrosa, superficial, y profundamente paleta. Los derechos no deberían de pasar pruebas de afiliación a un grupo, y la diversidad debería de ser reconocida como un recurso. En fin, “igualdad como derecho, diversidad como valor” …

    Aquí un artículo sobre el tema …
    http://www.investigacionyciencia.es/blogs/medicina-y-biologia/80/posts/los-colores-de-la-dignidad-14279

    ResponderEliminar
  2. Excelente el artículo que incluyes en tu comentario, Emi. Y super coherente con lo que se trata de expresar en este post. Avanzamos conociendo mejor, revelando los negativos en lugar de velarlos. Saludos, Rob

    ResponderEliminar